Una blanca rosa tras el velo de la novia
Por José Luis Rodríguez
Domingo, 22 Enero 2012 18:41 Una mirada de personas que conocieron a la hermosa joven que muchos juran se convirtió en el espanto más famoso de Puerto Colombia. Vea el video del recorrido por las vías donde dicen que aparece.
Una fría brisa entra por las ventanas mientras el kilometraje sobrepasa los 60 kilómetros por hora y el reloj llega a las 11 de la noche. La cámara comienza a grabar el recorrido. Dos minutos antes, un Renault 'Logan' blanco dejó la calle 96 en busca de un fenómeno que carece de razón y abunda de misterio: el fantasma de la 'Novia de Puerto Colombia'.
Cuenta la leyenda que una mujer vestida de blanco, preparada para el matrimonio, aparece y desaparece en la vía que comunica a Barranquilla con Puerto Colombia a altas horas de la noche. La mujer, a un lado de la vía, en ocasiones pide chance a los conductores. La mayoría no frena e incluso aceleran buscando alejarse, pero no lo consiguen. A los pocos segundos ella está en el asiento trasero del vehículo. El desenlace: un terrible accidente de tránsito que podría conllevar a la muerte del conductor.
Lo curioso es que solo le aparece a hombres. Lo malo, es que en nuestro recorrido nocturno somos 4 hombres y queda el espacio perfecto para un pasajero más. Luis, el reportero gráfico, va en el asiento delantero grabando con la cámara. Brian, el conductor y amigo nuestro, habla muy poco y evita participar en la conversación sobre la novia. Andrés, el amigo ‘empiñado’ que nunca falta, observa videos de fantasmas en el celular.
Todos, excepto Brian, tenemos una actitud despreocupada y espontanea, pero el ambiente se hace más tenso a medida que avanzamos. El rostro del conductor ya no puede disimular su perturbación y habla que no quiere ver el fantasma. En realidad nadie lo quiere ver, aunque sí que quede registrado en la cámara.
Cuentan que muy pocos taxistas y choferes de buses han visto al espectro de la novia y han vivido para contarlo. Pero Hugo Orellano, exconductor de buses de Expreso Colombia Caribe, es uno de ellos.
Días atrás, en el negocio de café internet que administra su hijo en el municipio porteño, nos encontramos. Hugo, con la mirada perdida y su mano derecha temblante, aseguró que nunca en su vida le había sucedido algo parecido a lo vivido aquel domingo en la noche hace 7 años. Orellano se quedó más tarde de lo debido en Barranquilla y regresó solo sin el asistente a Puerto Colombia. Cerca del cementerio Jardines de la Eternidad vio la silueta brillante de una mujer con traje, lista para el altar, a un lado de la carretera. Asustado, aceleró en la carretera, pero al mirar por el espejo interior del bus, se encontró con la imagen de la dama sentada en la última banca del vehículo. Hugo quedó en shock.
Hugo respira profundo y recuerda la imagen de la joven que vio. La describe como hermosa y jovial, “amonada”, de cabello ondulado, de unos 20 años.
“Vine a reaccionar ya casi entrando a los predios de Puerto, donde está la famosa 'vuelta del Diablo'. Oraba, y sin mirar por el espejo, pude llegar a mi casa temblando. Yo creía en el mito, pero no hice caso a las advertencias de mis colegas de no quedarme hasta tarde”.
Hugo, de contextura gruesa, barriga prominente de chofer de muchos kilómetros, se conmueve en su evocación, al punto que agradeció a Dios con la voz entrecortada.
Esas últimas palabras vienen a mi mente mientras observo el cementerio Jardines del Recuerdo y el silencio se apodera del interior del carro. La brisa helada parece chillar con el zumbido de las ráfagas. Pasamos el Corredor Universitario y llegamos a la 'curva del Diablo', donde dicen suele aparecer con más frecuencia la novia. Allí nos bajamos y damos unos pasos. Una ambulancia pasa a nuestro lado mientras Luis dispara su cámara en la vía. Lo acompañamos Andrés y yo.
"También hay que estar pendiente de los vivos, de esos que no tienen hora fija para robar y te hacen pasar un buen susto", coincidimos.
OPINIONES. Días antes, en la plaza de Puerto Colombia, me reuní con el periodista , Luis Duncan, para dialogar sobre el tema y dirigirnos a la casa de una persona clave sobre el mito de la novia.
Mientras lo esperaba pude preguntar a varios habitantes del municipio sobre lo que pensaban del fenómeno paranormal.
“No es ningún fantasma, eso es cosa del diablo”, “No conozco sobre la leyenda”, “Eso es una invención de los medios en Barranquilla que está perjudicando nuestro turismo”, entre otras afirmaciones comentaron los porteños cerca de la plaza.
Duncan llegó. Bajo la sombra de un árbol de almendra y una leve brisa con aroma a sal, dialogamos sobre el tema. Él por su parte y desde el punto de vista cristiano, opina que la aparición se trata de un demonio. Una criatura espiritual que puede presentarse a la gente de diversas formas, causar enfermedades y estados de caos en las personas.
“Lo espiritual fue primero que lo material y el hombre seguirá siendo ignorante ante muchos fenómenos”, aseguró el periodista mientras se le asomaban algunos años en su mirada. Esa tarde nos dirigimos al negocio de Sandra Del Carmen Ángulo, una mujer que fue amiga y madrina de boda de la difunta novia.
Ahora, en la oscura vía, recuerdo esas palabras al filo de la medianoche. El carro avanza sobre la 51B y las luces de los postes comienzan a crear sombras fugaces, susceptibles a mal interpretaciones de mi mente.
Luis no quita los ojos de la cámara y Brian de la solitaria carretera.
“Aja y entonces ¿qué te dijo la señora Sandra?”, me preguntó Andrés curioso por saber quién era la susodicha.
LA HISTORIA. Aquella tarde Sandra nos atendió afuera de su local de comidas rápidas. Llevaba varios anillos de plata que hacían juego con una cadena del mismo material en su pecho. Rodeados de hojas secas de almendra en un pequeño boulevard, empecé las averiguaciones.
¿Quién era la novia? y ¿qué relación tenía con ella?, fue lo primero que pregunté.
“Ella se llamaba Blanca Rosa Vilar Villamizar. Fuimos amigas desde los 9 años y gracias a su amistad conocí a mi primer esposo Carlos Valencia Vilar, que es primo hermano de ella”, afirmó Sandra con calma y seguridad en su voz.
Sandra Ángulo, de pelo medianamente rubio y uñas de color escarlata, contó que Blanca Rosa, estudiante de noveno grado del colegio Elena Duque de Barranquilla, conoció en marzo de 1982 a su gran amor, el libanés, Yesaia Mohamed Souidean, de 22 años, en una tarde de vallenato y salsa en la antigua caseta “La Tremenda”, en la carrera 43 con calle 50, donde empezó en los años 70 un baile de todas las clases y en el que se escuchaban solo aires del Caribe.
Allí cantantes como Porfi Jimenez hacían magia con sus orquestas y el fenómeno más importante del Caribe colombiano, el Joe Arroyo, también pasó como símbolo del Carnaval de Barranquilla. En ese escenario de pasiones encontradas se dio el intercambio de teléfonos de muchos enamorados. También el de Yesaia y Blanca Rosa.
El amor floreció y 11 meses después, un viernes de Guacherna, 4 de febrero de 1983, se celebró el día de la boda. El Padre de la Iglesia Inmaculada de ese año, el sacerdote Carlos Julio Becerra, los bendijó a las 7 de la noche. La celebración fue en el Club Alemán hasta las 3 de la mañana. Pero la fiesta siguió un poco más en el edificio Los Flamencos, en carrera 42F número 79B-19, donde vivía la familia del novio.
“Cuando ya se iban para el aeropuerto, contrataron un grupo vallenato y varios invitados se fueron en caravana a acompañar a los novios. Pero lamentablemente una camioneta se les vino de frente en La Circunvalar y el carro para tratar de esquivar al imprudente, chocó con un poste y se volcó en el pavimento. Blanca Rosa fue la única que murió”, contó una Sandra triste en sus palabras.
A diferencia de lo que cuenta la leyenda, la novia no murió en la vía a Puerto Colombia sino en La Circunvalar yendo hacia el aeropuerto el 7 de febrero de 1983. Sandra evoca que Blanca una vez le dijo que si estaba en una emergencia vehicular, su reacción sería tirarse del carro. El vehículo dio unas 12 vueltas y en los tumbos recorrió 70 metros.
“Lo más seguro fue que saltará, eso explica, por qué fue la única en morir en el accidente”, comenta la amiga con pesar.
Sandra estaba para aquel momento en cinta de su primer hijo. El día de la boda, Blanca conoció que después de la Luna de Miel, iba a ser la madrina del primógenito de su amiga. Debido a su estado no acompañó la caravana, pero sus familiares le contaron la terrible noticia. Recuerda a los más de 200 invitados con los trajes y copas en la mano trastornados por el trágico hecho.
La noticia de su muerte fue registrada en la edición del diario El Heraldo del domingo 6 y lunes 7 de febrero de 1983, y mostraba al novio Yesaia Mohamed afligido, acabado. Hoy el empresario libanés vive en Bogotá, viaja constantemente y es dueño de varios negocios de venta de perfumes y gafas en varias ciudades del país. Jamás abandonó a su suegra, la señora Betulia Villamizar con quien mantiene habitual comunicación.
“Nojoda que vaina barra. Yo también pensaba que el accidente era en Puerto, pero y entonces ¿Por qué se aparece allá?”, pregunta Andrés mientras le respondo y grabamos unas imágenes por la carretera cerca del Lago del Cisne.
A pesar que la única relación de Blanca Rosa con Puerto Colombia era que su primo Carlos vivía allá, no hay una explicación lógica para el misterio. Algunas personas como el veterano exdiputado porteño, Efraín Butrón, asegura haber visto el espectro de la novia en el segundo puente de La Circunvalar y la misma vía.
Sandra no cree que el supuesto fantasma de la novia de Puerto sea Blanca Rosa, sino en un espíritu maligno o cosas del demonio.
“Blanquita’ se casó de 17 años, qué mal pudo haber hecho una niña de esa edad para ponerse a espantar y hacer que se estrelle la gente. Esas son cosas del demonio. Yo conocí a Blanca y puedo dar fe que era una mujer dulce y humilde”, asegura Sandra.
Cuenta que jamás, en los 20 años que lleva de vivir en Puerto Colombia, se le ha aparecido a ella o a algún familiar cuando vienen de madrugada por la carretera.
El recorrido del 'Logan' llega a su fin a la 1 de la mañana. El mayor susto que tuvimos fue cuando Luis gritó “¡Nojoda, nojoda,!” por el brillante reflejo de una llanta blanca en el camino. Fueron 35 segundos de adrenalina e incertidumbre. El carro regresa por la 51B y observo por última vez el cementerio Jardines del Recuerdo, allí, en una fría tumba duerme Blanca Rosa.
En el voz a voz diario se habla de muchas versiones de la novia fantasma, pero lo cierto es que la leyenda ya hace parte del imaginario cultural de Puerto Colombia y el Caribe. Cuentos, chistes, programas documentales para televisión como el realizado por el productor Antonio Ángulo en el 2009 o el filme sobre la leyenda del director barranquillero, Ricardo Fernández, que se estrenará a mediados de este año y quien tiene un video en el cual se ve la presencia de un fenómeno paranormal en el rodaje, son muestra de cómo ha calado en nuestra tradición oral esta leyenda urbana.
Regreso a casa, junto a mi familia, con el recuerdo del triste suceso de este hogar que apenas comenzaba, con las palabras que Sandra le escuchó a la señora Betulia Villamizar, madre de Blanca Rosa, el día que le contó por teléfono sobre las supuestas apariciones del espíritu de su hija: "Mija, ojalá mi hija me apareciera a mí", le respondió con voz jadeante.
La señora Betulia, al igual que varios familiares del novio, se fueron de la ciudad para comenzar una nueva vida en un lugar que no le recordara de alguna u otra manera el fatal accidente de la novia.
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